Imagina que vas de paseo con una persona de otro país del que desconoces el idioma. Ni tú sabes hablar el suyo ni esa persona el tuyo. ¿Cómo le dirías “ven”? Seguramente no hables, porque sabes que no entiende lo que vayas a decirle. Es posible que hagas un gesto que acompañe a la palabra “ven” para tratar de que esa persona entienda el concepto, utilizando el código de comunicación gestual.
Entonces, ¿por qué muchas veces nos empeñamos en creer que los perros entienden nuestro lenguaje verbal y no nos molestamos en explicarles lo que queremos? ¿Cuántas palabras le dices a tu perro dando por hecho que las entiende?
Me arriesgaré a decir que las más habituales son “ven” y “no” o “mal”, puede que también su nombre. Los perros llevan siglos adaptándose para entendernos y terminan pillando lo que queremos decirles (a veces ni con toda la observación del mundo lo pillan y es normal, bastante esfuerzo hacen). Pero ¿no sería más fácil todo si empezamos por enseñarles un código básico mediante el que poder comunicarnos?
Imagínate lo que sería tratar de jugar a un juego sin que nadie te explique de qué va. Al final terminas entendiéndolo (o quizá no, yo recuerdo un juego que tuve de niña llamado “Espías y confidentes” que no logramos entender ninguno en la familia, ni adultos ni niños ni con instrucciones ni sin ellas), pero el proceso es mucho más sencillo y divertido si alguien te lo explica.
Por eso yo soy muy fan del código de comunicación, que no es otra cosa que un kit básico que le da pistas al perro. Es como el juego de frío y caliente. Y sí, es algo enseñable y entrenable.
Hay un código estándar, pero lo divertido del asunto es que podemos enseñarles el que queramos. Lógicamente por comodidad se les suele enseñar algo funcional tipo: muy bien, eh, no, mal… Pero hace un tiempo vi un vídeo de un perro que atendía a palabras sacadas de Harry Potter 😀.
Las palabras en sí no importan, lo que importa es que le enseñemos al perro lo que significan de una manera que tenga sentido para él. Es decir que necesitan más que palabras, como decía la canción aquella del año 90 “More than words”, de Extreme 🙂